Este dicho popular es muy usado. Resonó en mi mientras revisaba y organizaba el contenido de mi propuesta terapéutica y me di cuenta que desde hace tiempo no escribía en mi blog.
Me preguntaba, por dónde empezar a compartir mi contenido en la Comunidad que estoy creando, fue entonces cuando me di cuenta que empiece por donde empiece todo va a llevar a que la persona se encuentre consigo, se de cuenta de cómo esta viviendo, de que hay caminos para desarrollar su potencial y acercarse a la propia esencia e ir experimentando esa plenitud y completud que ensancha el alma y se expresa por todo el cuerpo.
Es curioso, cuando algo se ha desajustado o nos coloca fuera de nuestro estado habitual, lo primero que se activa para buscar es la mente, empezamos a darle vuelta a las cosas, a reflexionar y a hacernos preguntas. Esta bien. Es un camino. Algunos ignoran esas preguntas y les ponen mute, las envían al sótano, al trastero. Pero ese recorrido mental en ocasiones no es suficiente, infla la cabeza y aturde.
En esos momentos hay sensaciones corporales que se perciben: una presión en la boca del estomago, un nudo en la garganta, presión en el pecho, peso en los hombros… pero no se les presta la suficiente atención. Cuesta descifrarlas y escuchar lo que están diciendo, no se esta acostumbrada ni entrenada, pero se puede hacer.
En Terapia Gestalt no valemos de “hacer hablar al cuerpo” (¡¡brujería!! Nada de eso) por medio de una técnica sencilla acompañamos a la persona para que desde lo que le esta pasando vaya tomando consciencia de lo que siente y conectando con sus sensaciones corporales pueda poner una palabra, una frase, como si esa parte del cuerpo le diera un mensaje. Y así sucede, la persona encuentra resonancia entre la frase que pronuncia y cómo se siente y a partir de allí se sigue desarrollando el acompañamiento que le permite darse cuenta y responsabilizarse de lo que esta viviendo.
En otras ocasiones el hecho de poder dar nombre a la sensación y la emoción que siente, ya le da una claridad alucinante para darle coherencia a todo lo que han ido viviendo y es como si las piezas del rompecabezas encajaran y se completa la visión. Parece increíble como el acto de aceptar y decir “siento miedo”, “siento rabia”, “me duele” en lugar de dejarte peor como algunos creen, te libera y quita un peso de la vida.
Como dice un buen amigo terapeuta: “¿Qué terapia hacer?, la que te venga mejor, pero haz alguna. Muévete” porque si deseas avanzar en el autoconocimiento, encontrar tu esencia y vivir tu verdad, todos los caminos llevan a Roma.