Romper el molde y atreverse a vivir la propia verdad es un acto de valentía, un lanzarse a la aventura.
El sencillo acto de darse cuenta de cómo estas viviendo, de ser consciente de cómo vas por la vida y apagar el piloto automático, ya es una decisión que exige mucha fuerza y constancia. Es más facil seguir en la inercia de lo conocido, del camino trillado, de lo que es familiar, de lo que “siempre has hecho así.”
Desaprender y probar a actuar diferente, a hacer cosas distintas, suena muy bien; pero ir a la practica, te pone en un lugar que puede generarte vértigo y miedo. Como dice mi mentor Alex Novell, puede que ese miedo te este indicando el camino a seguir.
Sabes desde dónde estas partiendo, te conoces tu zona de confort, te sabes tus “viejos trucos”, tus típicas respuestas, tus reacciones, tus modo de ser… pero aun no tienes muy claro hacia dónde vas y menos el camino. La nueva ruta, el nuevo lugar, tu nueva piel aun no se ha formado.
Eso de irse quitando el antiguo personaje que te ha hecho perder la laegria de vivir, para dejar que emerja tu esencia no ocurre de la noche a la mañana, requiere tiempo, paciencia y benevolencia contigo. Exige confianza en tu proceso, en lo que se vive.
Esto que escribo me recuerda una escena del Mago de Oz. Cuando Dorothy va a emprender el camino de regreso, no lo ve. La Bruja buena del Norte le dice que se coloque los zapatos y dé el primer paso, entonces aparece la primera parte del camino, a medida que ella va caminando, éste se va haciendo presente.
Serrat, canta: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar.” Así que a caminar.
“Mientras uno va conociendo al falso ser, va apareciendo el verdadero ser, que es amoroso por naturaleza.” (Claudio Naranjo)